17 diciembre 2009

Adiós al ayer?

Entre las numerosas reflexiones de la mañana que escuché en todos mis años en la Salle la que más me marcó, la que más me gustó, la que llegó a llamar mi atención fue una que hablaba de un chico joven que se enorgullecía de su corazón perfecto y al vez el corazón hecho con trozos desiguales, de distinto color e incluso con agujeros de un anciano se horrorizó y el anciano le explicó que había trozos de su corazón que había entregado a personar a las que había querido y que algunas le dieron un trocito del suyo pero otras no le correspondieron y de ahí los agujeros. Y el chico le dio un trozo de su corazón inmaculado y el anciano le correspondió y así comenzó a vivir realmente.


Creo que en la vida hay que tomar una elección muy importante. Se debe elegir entre arriesgarse dando un trozo de tu corazón a otra persona, es decir mostrarte como eres y amar a fin de algún día alcanzar la verdadera felicidad; o decidir no sufrir pese a que con ello te niegas la felicidad completa.


A mí siempre me cuesta abrirme mucho a la gente, dejar que me conozcan como realmente soy y entregarles un trocito de mi corazón, porque sé que una vez que lo dé podrán hacerme mucho daño. La gente que no me conoce no puede hacerlo, porque no me importan sus opiniones o las mierdas que tengan que decir. Pero las personas que quiero si, y lo peor es mi puta cabezonería que me hace aguantar, que no me deja ver en que momento he perdido la batalla y es mejor retirarse. Es un asco ser así. En serio. Porque puedes llegar a sufrir tanto... Pueden llegar ha hacerte tanto daño que hasta parece físico.


Si ahora mismo me preguntasen si soy feliz me encantaría decir que sí, porque estoy estudiando lo que quiero pese a que los exámenes me joden las vacaciones de Navidad, y he hecho amigos aquí y se supone que debería estar feliz, pero cuando algo muy importante falla te jode todo.


Porque una cosa es reír y otra ser feliz. Porque lo que antes me hacía sonreír en días malos ahora me da la misma sensación pero antes que la sonrisa puede esbozarse recuerdas la persona que te enseñó a sonreír por cosas tan pequeñas como un simple arco iris, esa persona que sin darte cuenta ha desaparecido de tu vida. Esa persona para la que al parecer has dejado de importar, para que ya no existes más que como un vago recuerdo del pasado y que en el pasado bien está. ¿A quien le importa si el pasado está roto? El pasado no es algo que se pueda cambiar, ¿o sí? No merece la pena preocuparse por el pasado.


Di adiós al ayer. O mejor ni siquiera te molestes en despedirte, en dar una explicación, el pasado no la merece, al fin y al cabo ¿no es pasado?


Creo que ya está bien. No quiero seguir así. Renuncio a ese trozo de corazón que creí me había sido correspondido y acepto el agujero que realmente dejó tras mi ilusa ofrenda.


En realidad me encantaría decir lo que he escrito en el párrafo anterior pero algo me dice que no soy tan fuerte para cumplirlo. Creo que seguiré sufriendo hasta que consiga reunir la fuerza necesaria de algún sitio, hasta que el sentido de supervivencia se imponga y me otorgue un poco de raciocinio, el suficiente para cuestionarme porqué seguir aguantando, porqué seguir aguantando cada golpe. Creo que para ese entonces esa persona no merecerá tanto esfuerzo por mi parte. Sinceramente espero que se solucione y no llegar a esos extremos.


Necesitaba desahogarme. Eso es todo.


Sayonara

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